PARÍS.- Acostumbrado a la hipérbole permanente, entre la montaña de trofeos acumulados por Rafa Nadal y Novak Djokovic que agotaron los superlativos, Roland Garros se apresta este año a coronar un nuevo rey sobre su trono de tierra batida, un heredero que se llamará Carlos Alcaraz o Alexander Zverev.
Ambos tienen argumentos para optar al legado y ya empieza a escribirse la historia que se contará en función de si el español toma el relevo de su compatriota o si es el alemán quien sucede al serbio, como si la rivalidad que mantuvieron durante más dos décadas necesite prevalecer en otros nombres.
En todo caso, el Roland Garros en el que Nadal sumó en primera ronda una extraña cuarta derrota que nadie sabe dónde colocar en el relato de su vida, en el que Djokovic demostró que hasta los dioses tienen cuerpo de humanos, busca un nuevo héroe que abra la siguiente etapa.
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Zverev, de 27 años, lleva ya tiempo intentando asaltar el fortín de los elegidos, sin éxito, algo frustrado pero siempre determinado a esperar que llegue su momento.
Alcaraz ha irrumpido con más ímpetu y, también hay que decirlo, cuando los elegidos ya habían dado algún síntoma de agotamiento.
La pista Philippe Chatrier designará este domingo si la generación de la transición que representa el alemán tiene todavía algo que decir o si definitivamente queda encajonada entre los últimos destellos de los veteranos y la pujanza de los jóvenes.
Zverev se asoma al precipicio camino de sus séptimos octavos de final en Roland Garros
Será la batalla entre los dos mejores tenistas de esta edición, cada uno con sus armas, cada uno con un recorrido diferente, pero que ha desembocado en el duelo en la cima.
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