Mientras los días pasan sin ningún pronóstico por parte de la autoridades sobre hasta cuándo persistirá la cuarentena, en la ribera del río Ozama los niños vuelan chichiguas sin mascarillas ni ningún tipo de protección, dentro de un terreno baldío, y otros toman una pelota de medias y un palo de escoba para imitar a sus jugadores de beisbol favoritos.
A pocos metros de ese terreno, los adultos, al igual sin protección, se reúnen bajo un árbol a pasar el tiempo y dialogar sobre la situación.
“Nosotros pasamos los días aquí como nos ves: tranquilos conversando y haciendo cuentos para no darle mente a las cosas malas que están pasando, pero ya usted sabe, a las cuatro de la tarde ya estoy en mi casa”, expresó Francisco Contreras, mientras se recostaba en una silla de plástico apoyando los pies en el mismo árbol.
Han pasado 34 días desde que el presidente Danilo Medina declaró el estado de emergencia, en virtud de la autorización otorgada por el Congreso Nacional, debido a la presencia del coronavirus (Covid-19) en el país.
Desde entonces, luego de la aplicación de las medidas especiales como el distanciamiento social, la aplicación del toque de queda, la suspensión de gran parte del transporte público, la implementación del trabajo de manera remota por varias empresas, la suspensión de clases en todos niveles, entre otras, han hecho que la República Dominicana se vea paralizada aunque por momentos las personas intentan romper el confinamiento.
No saben si hay casos
La relativa falta de precaución y tranquilidad con que viven los moradores de la ribera del Ozama, se explicaría por el desconocimiento de algún caso positivo de coronavirus en la zona.
Mediante opiniones recogidas por reporteros del LISTÍN DIARIO que realizaron un recorrido por varias de las barriadas ubicadas a la orilla del río Ozama, los residentes expresan que las infecciones y las enfermedades no son “temas nuevos” para ellos, debido a la alta contaminación donde viven, sin embargo están aún más consternados por las ayudas que todavía no llegan a esos sectores.
“Nosotros no estamos recibiendo ninguna ayuda por parte del Gobierno ni de lo que da el Plan Social, uno sobrevive con lo poco que a uno le da un vecino y lo que yo me puedo conseguir. Aquí ni siquiera el agua está llegando”, exclamó Mabel Alexandra de la Cruz, madre de siete niños, residente en La Ciénaga.
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Ya no les llevan nada
Ya no les llevan nada
Lidia Rosario dijo que varias camionetas estuvieron por la zona en los primeros dos días luego de establecerse el estado de emergencia, pero que luego no han vuelto por esos lugares, pese a que son sectores marginales donde viven personas pobres.
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