La tregua en la disputa comercial entre China y Estados Unidos tranquilizará a los jefes corporativos y a los mercados mundiales, pero no hay indicio de que los dos países hayan cambiado sus posturas.
Los mercados asiáticos respondieron favorablemente el lunes al anuncio de que el presidente estadounidense Donald Trump accedió a suspender por 90 días su plan de imponer más aranceles a los productos chinos mientras avanzan las negociaciones.
El presidente Xi Jinping por su parte aceptó comprar más exportaciones estadounidenses.
El principal índice bursátil de China subió 2,7% mientras el de Tokio ascendió 1,0%.
El resultado de la cumbre Xi-Trump en Argentina es “lo mejor que pudimos esperar”, dijo en un comunicado el presidente de la Cámara de Comercio China-EEUU, William Zarit.
No hay indicio alguno, sin embargo, de que se haya avanzado en el tema central de la disputa: la insistencia de Estados Unidos de que China cancele planes industriales que según Washington, se lograron en base al robo de tecnología y a las violaciones de los compromisos chinos para un comercio justo.
“Es imposible para China cancelar sus políticas industriales o sus planes de desarrollo para sus tecnologías y sus industrias”, dijo Cui Fan, economista de la Universidad Internacional para Economía y Administración de Empresas, en Beijing.
El acuerdo le da a Xi tiempo para negociar, pues hasta ahora insistía en que no podía haber diálogo mientras Estados Unidos “nos sujeta un cuchillo a la garganta” con los aranceles. Pero ambos líderes seguirán teniendo que lidiar con las presiones políticas de una gran cantidad de sectores: los nacionalistas, los partidarios del libre comercio y otros.
Si no hay avances, Trump sufrirá nuevamente presiones de los sectores nacionalistas para reanudar sus aranceles contra China.
Trump impuso aranceles de 25% sobre productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares en julio, quejándose de que Beijing obliga o presiona a empresas extranjeras a compartir sus tecnologías. Trump impuso más tarifas sobre otros 200.000 millones de dólares en bienes chinos, de 10%, y esa cifra debía aumentar a 25% el 1 de enero.
China tomó represalias, aplicando sus propias tarifas a las importaciones estadounidenses.
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