MÉXICO.- Las abejas siguen disminuyendo su población en el mundo mientras crece la polémica sobre las causas: unos culpan al cambio climático y rechazan que se deba a los cultivos transgénicos y otros apuntan al uso de algunos herbicidas.
Aunque hay advertencias por parte de organizaciones y partidos políticos sobre los peligros del glifosato y los neonicotinoides -productos utilizados en este tipo de cultivos y que pudieran causar la muerte de las abejas-, expertos consultados por Efe lo desmienten.
Fabián Papalotzi, apicultor y agricultor de soya transgénica en la comunidad de San Luciano, en el estado mexicano de Campeche, aseguró a Efe que, para él, tras años de labor apícola, el principal factor en la muerte de las abejas es el cambio climático.
Jazzer Neftalí, apicultor de la comunidad de Ich Ek, en el mismo estado, respaldó a su homólogo manifestando que hubo un descenso en la población hace dos años debido a las sequías.
“Esos dos años estuvo muy fuerte la sequía y nos afectó, pero muchas veces la gente piensa que se trata de la soya transgénica. Pero no, es el factor climático lo que nos afectó”, aseguró.
Según el apicultor, en esos dos años, sus colmenas disminuyeron de 400 a 200 unidades para luego restablecerse la producción y volver a las 400 durante este año.
Por ello sostiene que la producción de miel depende del clima y el ecosistema, algo con lo que ha convivido desde hace 30 años.
Al mismo tiempo, aseguró no tener miedo de que la población de abejas vaya a acabarse o a disminuir drásticamente.
En esta línea, Papalotzi recuerda cómo no hace mucho les “hizo temblar a los apicultores” el llamado escarabajo de la colmena, pero supieron cómo atajarlo.
Con el glifosato o los neonicotinoides, argumentó, sucede lo mismo. Con su doble función de apicultor y agricultor puede tomar las medidas necesarias para que no se vean afectadas las colmenas por el uso de químicos.
“En la actualidad no hay ningún cultivo que no requiera aplicación de pesticidas o insecticidas, todos los apicultores sabemos que, por muy noble que sea el producto químico, en menor o mayor escala siempre hay un daño a las abejas”, reconoció.
Por ello, opta por tapar las colonias para que las abejas no salgan a pecorear en el momento en el que se está aplicando algún producto.
De este modo, defendió que tanto el cultivo transgénico -del cual recordó que sacó de la pobreza a su región- como la apicultura tienen que aprender a convivir pues ambos son necesarios.
No obstante, existen intereses económicos, pues admitió que “los costos de cultivo convencional son mucho más elevados que los de soya transgénica”, admitió.
Por su parte, el director general del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Alimentaria, Acuícola y Pesquera (Senasica), Hugo Fragoso, sostuvo a Efe que los productos químicos no son responsables de la muerte de los antófilos.
Para defender este argumento relató que tanto la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) como el Senasica encargaron un estudio al respecto a investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuyos resultados serán divulgados en octubre de este año.
No obstante, adelantó que el estudio -el cual constó de dos fases, una en 2015 y otra en 2017- encontró “concentraciones muy bajas” de plaguicidas en la cera de las colmenas y “en ningún caso se halló glifosato”
En lo relativo a los neonicotinoides, aseguró que tan solo en una colmena se encontraron restos.
Concluyó que, aunque el uso de plaguicidas provoca rechazo, dada la sobre población mundial, es necesario buscar un equilibrio entre la agricultura orgánica y los transgénicos.
Uno de los coordinadores del estudio realizado por la UNAM, Ricardo Angiano, matizó a Efe que, si bien los herbicidas como el glifosato no afectan directamente a las abejas, sí afectan a su entorno.
“Provocan la pérdida de floraciones nativas, los herbicidas van a utilizarse para eliminar todo lo que no sea el cultivo que se quiere hacer crecer y, ¿qué es lo que pasa ahí?, que las abejas se nutren de las flores de los cultivos que crecen alrededor, entonces al dejar limpios los campos, las abejas ya no tienen que comer”, explicó.
No obstante, eso no implica que el glifosato usado en los transgénicos como el principal responsable, pues aseguró que se trata de la varroa, un tipo de ácaro que afecta al sistema inmune del insecto hasta aniquilarlo.
Sobre los neonicotinoides, apuntó que, aunque estén en dosis subletales, afecta a la producción de las abejas y a su orientación.
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