MADRID-- La Policía busca a un joven al que se relaciona sentimentalmente con Lisvette, la adolescente dominicana de 16 años asesinada el miércoles en su casa del barrio madrileño de Tetuán.
El chico, que es mayor de edad y de origen dominicano como la víctima, ha centrado la atención de los agentes porque su teléfono móvil permanece fuera de cobertura desde el día de los hechos, ha cerrado sus redes sociales y no se le ha podido localizar en su domicilio desde entonces. La Policía sospecha que ha abandonadoMadrid.
Minutos después de las 21.00 horas del miércoles un grito desgarrador salía del número 58 de la calle de Panizo.
Giovanni, la madre de Lisvette, acababa de descubrir el cadáver. Su hija estaba desnuda, enrollada en una manta sobre la cama de su habitación y con el rostro ensangrentado, fruto de varios cortes en la cara.
La autopsia revelaría que fue un golpe en la frente, con un objeto punzante tipo estilete, lo que le causó la muerte.
Los forenses encontrarían también indicios de que la chica habría mantenido relaciones sexuales consentidas poco antes de morir -aunque no hay restos de semen-, lo que sitúa el foco de las sospechas en la persona con la que estuvo Lisvette el miércoles por la tarde y si se trata del chico desaparecido.
Más aún tras descubrirse que entre los objetos personales de Lisvette faltaba su teléfono móvil, donde posiblemente quedaría rastro de las llamadas o mensajes intercambiados con la persona con la que se citó.
El asesino debió de llevarse el aparato. Ayer por la tarde se tomaba declaración a la mejor amiga de la menor asesinada, quien podría arrojar más luz sobre el caso.
Con Lisvette residían su madre, Giovanni, su padrastro, Josept, sus tres hermanos y un español de cuarenta y pico años ajeno a la familia al que le tienen alquilada una habitación. Josept no es el padre biológico de Lisvette ni de su hermana mayor -sí de los dos hijos menores- pero ejerce como tal desde que la adolescente asesinada tenía cuatro años. El padre biológico falleció cuando ella era muy pequeña.
La familia tiene buena fama en Tetuán, un barrio especialmente conflictivo, donde el año pasado los delitos crecieron un 20% y un tercio de su población es inmigrante, mayoritariamente latina. Los allegados de la asesinada nunca han protagonizado altercados y son considerados vecinos modélicos.
A Lisvette en concreto se la define como una chica «tranquila», a la que sus padres apenas permitían salir ni tampoco tener perfiles en las redes sociales.
El miércoles, según ha trascendido, estaba castigada porque la noche antes se había saltado la hora de llegada. A las 18.00 horas sus padres abandonaron el domicilio y la dejaron en casa y a las 19.00 horas llegó el inquilino que residía en la vivienda, quien no notó nada fuera de lo normal.
Puesto que la cerradura no estaba forzada, la investigación considera que en la hora que transcurrió entre la salida de los padres y la llegada del alquilado, Lisvette abrió la puerta a su asesino.
La familia de Lisvette, aún en estado de shock, ha contratado los servicios de las abogadas Elena Sanz Vega y Carmen López Donoso, del despacho Sanz Vega.
La madre ha pedido que le dejen repatriar el cadáver de su hija para darle sepultura en la República Dominicana, pero el juez se ha negado por si en el curso de la investigación se precisara examinar el cuerpo de nuevo.
Finalmente, Lisvette será enterrada en los próximos días en Madrid.
Amigos y familiares de Lisvette han organizado un homenaje esta tarde a las 18 horas en la puerta de su domicilio.
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