SANTO DOMINGO.- El modernismo, producto de los avances tecnológicos escenificados en las últimas décadas en el país, no ha podido cambiar la práctica de hacer política la cual lejos de evolucionar, involuciona con el tiempo.
El caudillismo, el clientelismo, el continuismo y el aferro al poder han caracterizado la forma de hacer política del pueblo dominicano desde los mismos cimientos de su fundación en 1844.
A esto, hay que agregar la falta de propuestas de los candidatos a cargos electivos, la cual empieza a ser evidente entre los aspirantes a representar sus respectivos partidos en los comicios del 2020, los cuales desde ya a más de dos años de las elecciones se presentan en los medios de comunicación y recorren el país sin poder siquiera argumentar en torno al ¿Por qué? quieren llegar a ocupar un espacio de poder.
El vacío e insustancial aceleramiento del proselitismo político de cara a las elecciones del 2020, evidencia lo arraigada que está la cultura del conchoprimismo en la clase política dominicana.
Al igual que en la denominada Primera República (1844-1846), Segunda República (1863-1816) y Tercera República (1924), el escenario político de los últimos veinte años ha sido asumido por un grupo reducido de personas, esto a pesar del acceso a la información que tienen los dominicanos los cuales a través de un celular y las redes sociales forman parte de los cambios que día tras día viven todos los países que conforman el globo terráqueo.
Los partidos de hoy, nada diferente a los grupos políticos de ayer
Observar el accionar de los partidos políticos de hoy, nos traslada a principios de la década del 1900, cuando el jimenismo y el horacismo conformaron dos “partidos” cuyo nombres, los Gallos Bolos y los Gallos Coludos, reflejaban el atraso en el cual estaba sumida la nación.
Los dos principales caudillos de la época Juan Isidro Jiménez y Horacio Vaques conformaron estas dos organizaciones que aunque llamaban partidos, eran simple maquinarias conformadas para asaltar el poder sin ningún tipo de criterio.
Los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), Revolucionario Moderno (PRM), Revolucionario Dominicano (PRD) y Reformista Social Cristiano (PRSC), son las organizaciones que de una forma u otra dominan el escenario político actual y cuya características, a pesar de que en retorica muestran estar abiertas a los cambios, la practica evidencia que se han quedado anquilosadas en el tiempo.
Las rebatiñas internas, la falta de institucionalidad, la falta de ideologías que las caractericen, la no formación de sus dirigentes y militantes, la carencia de un programa de nación y el hermetismo de sus cúpulas caracterizan el accionar de estas cuatros organizaciones.
En estos momentos en el Congreso Nacional cursa un proyecto de Ley de Partidos y otro que cambiaría el régimen electoral, ambas piezas legislativas tienen unos 20 años pululando sin éxito en el referido poder del Estado.
El tema de la realización de las primarias se ha convertido en uno de los puntos más controversiales de la pieza, el mismo ha producido enfrentamientos entre los diversos sectores a lo interno de las organizaciones políticas.
Dentro de los partidos hay sectores que enarbolan que las primarias sean realizadas de forma abiertas con el padrón de la Junta Central Electoral, otros plantean que las mismas deben realizarse de manera cerradas utilizando un registro de militancia.
Debido a las exigencias de diversos sectores para que en el país se fiscalice el accionar político-electoral, se tiene como un hecho que serán aprobadas las dos leyes, aunque desde ya hay sectores que vaticinan que las mismas serán un traje a la medida de las organizaciones que controlan el sistema.
El pensamiento tercermundista en el liderazgo de hoy
El accionar de los líderes de hoy, es una muestra fehaciente de que la cultura política tercermundista, arraizada por personajes antagónicos y retrogradas de nuestra historia, es la que domina el escenario político actual.
Insistir en aspirar a posiciones electivas luego de haber gobernado en varios periodos o ser candidato sin excito en diversas ocasiones, son prácticas que se observan solo en países atrasados y son cosas del pasado en sociedades modernas.
Practica que en nuestro país ha persistido década tras década, y en la actualidad se observa tal como si fuese el primer día de nuestra fundación.
Las conspiraciones y luchas de Pedro Santana y Buena Ventura Báez por asaltar y perpetuarse en el poder, culminaron con la anexión de la patria al imperio español y fulminaron el proyecto de nación de nuestro patricio Juan Pablo Duarte, quien por la ambición desmedida y la falta de visión de los déspotas mencionados tuvo que morir en el ostracismo sumido en la miseria en Venezuela.
En la Segunda República, los esfuerzos del general Gregorio Luperon de conformar un partido progresista y una nación con un estado moderno acorde con los nuevos tiempos se vio atrofiada por los sectores antagónicos de la época que utilizaron a uno de sus sequitos Ulises Heureux para implantar una dictadura cuyos malos manejos dio paso a un periodo de inestabilidad que trajo consigo la invasión norteamericana de 1916 y la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.
Tras la muerte del Trujillo hubo intentos en el país de mejorar la práctica política, pero los mismos se diluyeron en el tiempo.
FT/EL NUEVO DIARIO,
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