SANTO DOMINGO. En el siglo XIX, en la lejana época en que vivió Juan Pablo Duarte, padre de la Patria dominicana, los días pasaban con tranquilidad y la gente se acostaba temprano, pues las calles no tenían alumbrado.
Dada la oscuridad y soledad de las largas noches, la gente apenas salía y las casas se iluminaban con velas, lámparas de aceite y jachos de cuaba.
La pequeña ciudad amurallada estaba formada por bohíos techados de palma y casas de piedra y mampostería. Tenía algunas edificaciones sólidas, construidas en la época colonial como las apreciadas Alcázar de Colón, la Casa del Tostado, la residencia de Rodrigo de Bastidas y otras magnificas moradas que han soportado el paso del tiempo.
Dada la oscuridad y soledad de las largas noches, la gente apenas salía y las casas se iluminaban con velas, lámparas de aceite y jachos de cuaba.
La pequeña ciudad amurallada estaba formada por bohíos techados de palma y casas de piedra y mampostería. Tenía algunas edificaciones sólidas, construidas en la época colonial como las apreciadas Alcázar de Colón, la Casa del Tostado, la residencia de Rodrigo de Bastidas y otras magnificas moradas que han soportado el paso del tiempo.
Medios de comunicación y transporte
Entonces, cuando no existían correos oficiales ni la tecnología de estos tiempos postmodernos, eran populares los “mandatos”, las cartas, los rumores y pasquines.
Existieron pocos periódicos, con muy escasa circulación. Con El telégrafo constitucional, creado por José Núñez de Cáceres en 1821, de corta permanencia, se promovió la Independencia.
La gente se transportaba a pie, a caballo y carretas. Las pocas personas que viajaban al exterior usaban balandras y otras naves. Las cargas se acarreaban por mar, en carretas y a lomo de caballos y mulos.
El país no tenía carreteras y las regiones, muy aisladas unas de otras, se comunicaban por embarcaciones, caminos y trillos, que se solían recorrer durante días en recuas.
Entonces, cuando no existían correos oficiales ni la tecnología de estos tiempos postmodernos, eran populares los “mandatos”, las cartas, los rumores y pasquines.
Existieron pocos periódicos, con muy escasa circulación. Con El telégrafo constitucional, creado por José Núñez de Cáceres en 1821, de corta permanencia, se promovió la Independencia.
La gente se transportaba a pie, a caballo y carretas. Las pocas personas que viajaban al exterior usaban balandras y otras naves. Las cargas se acarreaban por mar, en carretas y a lomo de caballos y mulos.
El país no tenía carreteras y las regiones, muy aisladas unas de otras, se comunicaban por embarcaciones, caminos y trillos, que se solían recorrer durante días en recuas.
El telégrafo constitucional fue creado por José Núñez de Cáceres en 1821
Circulación de dinero
Monedas dominicanas
Después de la proclamación de la Independencia en 1844, las primeras monedas dominicanas aparecen en la denominación de un cuarto de real. Eran llamadas popularmente cuartillos y fueron acuñadas por la Scoville Manufacturing Company de los Estados Unidos.
Monedas dominicanas
Después de la proclamación de la Independencia en 1844, las primeras monedas dominicanas aparecen en la denominación de un cuarto de real. Eran llamadas popularmente cuartillos y fueron acuñadas por la Scoville Manufacturing Company de los Estados Unidos.
Monedas haitianas
Tras lograr su independencia de Francia, Haití tuvo su propia moneda, llamada La Gourde.
Las primeras acuñaciones de estas monedas fueron de plata, en denominaciones de 6, 12 y 25 centavos (centimes). En 1827, las designaciones se elevaron a 50 y 100 centimes, y posteriormente fueron introducidas las monedas de uno y dos centimes en 1828.
Tras lograr su independencia de Francia, Haití tuvo su propia moneda, llamada La Gourde.
Las primeras acuñaciones de estas monedas fueron de plata, en denominaciones de 6, 12 y 25 centavos (centimes). En 1827, las designaciones se elevaron a 50 y 100 centimes, y posteriormente fueron introducidas las monedas de uno y dos centimes en 1828.
Usos y costumbres
Las mujeres se dedicaban a las labores domésticas, a la costura, al bordado y al tejido. Lavaban en bateas, a orillas de los ríos, y tendían las ropas sobre piedras.
La mayoría de la gente andaba descalza y poseía escasas mudas de ropa. Las casas pobres tenían poco mobiliario. La población participaba en procesiones y acudía con frecuencia a los templos católicos, donde se oficiaban las misas en latín.
En la dominación haitiana se abrieron las primeras iglesias protestantes, que celebraban cultos en inglés, lo que disgustó al clero católico.
De vez en cuando se montaban algunas piezas teatrales de aficionados. El libertador Juan Pablo Duarte presentó las obras Bruto o Roma Libre, Día del año 23 en Cádiz y La viuda de Padilla, con las que promovía las ideas independentistas.
Las mujeres se dedicaban a las labores domésticas, a la costura, al bordado y al tejido. Lavaban en bateas, a orillas de los ríos, y tendían las ropas sobre piedras.
La mayoría de la gente andaba descalza y poseía escasas mudas de ropa. Las casas pobres tenían poco mobiliario. La población participaba en procesiones y acudía con frecuencia a los templos católicos, donde se oficiaban las misas en latín.
En la dominación haitiana se abrieron las primeras iglesias protestantes, que celebraban cultos en inglés, lo que disgustó al clero católico.
De vez en cuando se montaban algunas piezas teatrales de aficionados. El libertador Juan Pablo Duarte presentó las obras Bruto o Roma Libre, Día del año 23 en Cádiz y La viuda de Padilla, con las que promovía las ideas independentistas.
Juegos y diversiones
Los hombres se divertían jugando dominó y gallos, costumbre prohibida por el gobierno haitiano.
La muchachada celebraba el día de San Andrés, tirándose almidón o polvo blanco en la cara. El Trúcamelo y el yoyo eran juegos populares entonces. Niños y jóvenes también se divertían “maroteando” y correteando por las calles polvorientas. Las niñas se entretenían con muñecas de trapo y jugando al “cocinao”.
Hacer cuentos chistosos, de misterios y aparecidos, y jugar al escondido eran entretenimientos para “matar” el aburrimiento.
Los hombres se divertían jugando dominó y gallos, costumbre prohibida por el gobierno haitiano.
La muchachada celebraba el día de San Andrés, tirándose almidón o polvo blanco en la cara. El Trúcamelo y el yoyo eran juegos populares entonces. Niños y jóvenes también se divertían “maroteando” y correteando por las calles polvorientas. Las niñas se entretenían con muñecas de trapo y jugando al “cocinao”.
Hacer cuentos chistosos, de misterios y aparecidos, y jugar al escondido eran entretenimientos para “matar” el aburrimiento.
Poca educación
El gobierno haitiano intentó imponer el uso del idioma francés en la educación y en los documentos oficiales, lo que molestó a la población.
Duarte y varios trinitarios pertenecían a una élite que leía y estudiaba en recintos privados como el Convento Regina Angelorum, pues durante el gobierno haitiano cerraron la universidad.
El gobierno haitiano intentó imponer el uso del idioma francés en la educación y en los documentos oficiales, lo que molestó a la población.
Duarte y varios trinitarios pertenecían a una élite que leía y estudiaba en recintos privados como el Convento Regina Angelorum, pues durante el gobierno haitiano cerraron la universidad.
Convento Regina Angelorum
Comidas y bebidas
La gente comía batata, yuca, plátano, yautía, jagua, guáyiga, jobo, maíz, lerén, maní, mapuey, aguacate, naranja, limón, habichuela y otros productos. También, carne de res, cerdo, chivo, aves, pescados y mariscos.
Consumían puerco en puya, casabe, moro, chenchén y chacá (platos de influencia africana). Además, se usaba la manteca de cerdo para la elaboración de platos.
Se bebía mabí, chacheo, hortacha criolla y aguardiente. Pocas personas podían ingerir vino, que se importaba de España. Además, era elevado el consumo de leche y boruga.
La gente comía batata, yuca, plátano, yautía, jagua, guáyiga, jobo, maíz, lerén, maní, mapuey, aguacate, naranja, limón, habichuela y otros productos. También, carne de res, cerdo, chivo, aves, pescados y mariscos.
Consumían puerco en puya, casabe, moro, chenchén y chacá (platos de influencia africana). Además, se usaba la manteca de cerdo para la elaboración de platos.
Se bebía mabí, chacheo, hortacha criolla y aguardiente. Pocas personas podían ingerir vino, que se importaba de España. Además, era elevado el consumo de leche y boruga.
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