Por:
Ramón Antonio Veras.
I.- Las mujeres y los
hombres buenos en el recuerdo de sus pueblos
1.-
No es normal que la población de
un país, teniendo conocimiento del hecho, su peso específico y su
significación histórica social y política se mantenga indiferente,
desinteresada e
imperturbable. La calidez y la
sensibilidad deben motorizar afectos y
eliminar indiferencia.
2.- No es propio de hombres y mujeres
preocupados por los problemas que afectan a los demás, aceptar comportarse neutros, ver lo ocurrido
a su alrededor como baladí. Es subvalorar, y no tomar nada
en serio, creer que lo que sucede alrededor le resbala, es una insignificancia.
3.- El ser humano debe estar
preparado para manifestar deleite, disfrute y placer, no para permanecer
en estado de desagrado, disgusto e insatisfacción; como si fuera un inútil,
fracasado y perturbado. El alborozo genera buen ánimo a los que nos
rodean, contagia de buen humor.
4.- Los pueblos valoran, conocen la
trascendencia de sus luchadores sinceros, les toman en
cuenta y expresan merecimiento cuando tienen conocimiento de lo que
ha sido su accionar, y como han incidido en los procesos sociales
destinados a generar cambios verdaderos.
5.- Una vida transparente, exhibida con el buen
ejemplo, hay que pronosticarla como modelo, y al actor considerarlo por sus
actuaciones nítidas, limpias, libres de nebulosas, ambigüedades y oscuridad.
Aquel que bien vive y actúa no tiene nada que encubrir, esconder, simular ni
contrahacerse.
6.- En la memoria histórica deben
tener lugar reservado los mejores, los abnegados hombres y mujeres que
con su comportamiento, valentía y desprendimiento prueban en vida su decidida
entrega a las mejores causas.
7.- El ser
humano necesita estar adecuadamente orientado para poder inclinarse a una idea
o aceptar como buena una opinión; una correcta ubicación hace posible guiar el
pensamiento por la línea que nos lleva sin incertidumbre al preciso
conocimiento de lo que era desconocido.
8.- Para abordar un tema que sirve de
motivación para exponerlo por escrito, su autor debe sentirse basado en
algo, fundamentado en un hecho; estar estimulado a decir con letras
lo que anida en su corazón.
9.- Precisamente, lo que me ha
incentivado a hacer este trabajo es que he observado con preocupación el hecho
de que en el seno de nuestro pueblo está primando el dejar pasar
las cosas, como que nada es nada, que
poco importa lo que ocurra, la vida sigue y pa’ lante.
10.- No es que yo espero ver que
cualquier evento se convierta en una razón para un amplio movimiento de opinión
pública, el desplazamiento de miles de personas de un pueblo a otro, un
arrebato de emociones ni nada que se parezca; lo que sí creo es que
aquí tienen lugar sucesos que
deben ser tomados en cuenta y lo mejor del país hacerlos suyos, darle la
importancia, la relevancia que tienen y merecen.
II.- Enseñar a los
pueblos a valorar a los mejores luchadores
11.- Los pueblos deben saber valorar,
aprender a reconocer a quienes contribuyen positivamente a crear las
condiciones para hacerles la vida menos pesada en lo material y
espiritual. La consideración, la estima ha de estar reservada en el corazón de
los que están preparados para querer, distinguir, justamente recordar con
apoteosis y justificada glorificación.
12.-
Conviene a los padres en el hogar y los maestros en las escuelas, enseñar a sus hijos y alumnos para que aprendan a
valorar, a comprender lo que es la valía, el mérito y el alcance de un hombre o
mujer en el seno de la sociedad; que se estima y distingue al ser humano por su
actitud, comportamiento e incidencia en la vida pública.
13.- Es
bueno adoctrinar a la presente y futuras
generaciones de dominicanas y dominicanos en el sentido de que deben saber distinguir lo que es un ciudadano
encomiable, loable por sus obras, estimable por
la entrega a su pueblo; valioso por tener un proceder digno, ajustado a
las buenas actuaciones que hacen al merecedor ser ponderado, digno de alabanza.
14.- Resulta
provechoso instruir a la juventud dominicana para que sepa que es bueno conocer
las actuaciones de las personas que hacen vida pública, porque sólo así es
posible con certeza poder alabar, loor a quien bien actúa, lo mismo que censurar, criticar, y en todo
caso reprobar al que mal procede. Hay que ser exacto posible a la hora de
tachar o elogiar.
15.- El buen
juicio debe guiar a lo limpio que
todavía queda en la sociedad dominicana,
para que se forme criterios
partiendo de hechos, en base a sano
discernimiento, y no juzgar por simples conjeturas, suposiciones fruto de
inexactas valoraciones. No es justo fastidiar, crucificar por lo que ha dicho
otro quién sabe con cuales fines.
16.- Debemos cultivar, fomentar en la
mente de la niñez dominicana que reconozca
la calidad humana, los atributos que sirven como referencia para identificar a sus mejores hijos, a los
que en vida dan demostración de
poseer sustancia de sensibilidad y apego a los principios que
adornan a la persona, y engalanan
la tradición patriótica probada en los
hechos y sin espera de recompensa.
17.- Los hombres y mujeres del futuro
deben ser edificados, mentalmente formados para
que con nitidez sepan distinguir la generosidad, la probidad de
quienes participan en el quehacer democrático con perseverancia
y templanza, con la convicción de que proceder así responde a convicciones resultantes de vivencias
categorías y concluyentes recogidas en el quehacer, en la faena permanente buscando la felicidad
de las grandes mayorías nacionales.
18.- Una joven o un
joven bien orientado ha de ser el dominicano que se haya levantado en
nuestro medio con la idea clara de ciudadana o
ciudadano fiel a su país y que defiende, se juega su vida cuando las circunstancias lo
exigen, y de tierno se convierte en héroe reconocido por sus compañeros
combatientes que han apreciado su gallardía, fogosidad, audacia,
probada bizarría.
19.- Si en el cerebro de los
adolescentes nuestros se fija la idea de
que batallar, reñir por las causas justas es ser buena dominicana o dominicano,
siempre van a tener presente que
pugnar por los interés sanos, por la soberanía nacional, es señal de
contradecir a los que llegan a la política para satisfacer apetencias
personales desmedidas, contra las legítimas aspiraciones de las masas
populares.
20.-
Resulta conveniente hacer que el movimiento estudiantil adopte en la
conciencia la percepción de que el
dirigente político bueno, humano
y sensible es aquel que hace con el accionar
político y social un convenio, un
compromiso, asume
responsabilidad de honor, una
transacción irrevocable con todo aquello
que es meritorio, encomiable, y
que engrandece a los seres humanos por sus actuaciones en sus pasos por el mundo
de los seres vivientes.
21.- La cabeza de cada compatriota
debe convertirse en una especie de cofre propicio para conservar para siempre el nombre de aquellos luchadores sociales
que en el curso de su existencia demostraron
ser coherentes con su prédica y práctica, haciendo de su modo de ser el
prototipo del hombre o mujer del pueblo llamado
a ser imitado por generar con sus actuaciones
cánones, fórmulas de proceder dignas a ser
asimiladas para adoptar y no abandonar nunca.
22.- Debemos preocuparnos por activar,
impulsar la valoración, el
reconocimiento de quienes bien merecen un espacio en el corazón de las
mujeres y hombres de valía; verlo como
un aporte para conservar viva la intención de nunca olvidar a quienes
despojados de conveniencias particulares mantuvieron en alto el cumplimiento
del deber, sin estar de politiqueros,
peseteros buscavidas.
III.- A Diómedes hay
que recordarlo como bien merece
23.- La desaparición física del Doctor
Diómedes Mercedes, debió de constituir un acontecimiento de la
dimensión, de las proporciones de sus
acciones democráticas, patrióticas y revolucionarias. El fue el vivo ejemplo de
lo que es un hombre entregado por entero a las causas nobles. Se caracterizó
por su sensibilidad, solidaridad y valentía.
24.- Diómedes, reunía las
condiciones de ser diligente, dinámico y laborioso; dispuesto para la lucha y
los trabajos que requerían compromisos políticos. Siempre presto para
dar respuesta sin importar riesgos, se
la agenciaba para con su decisión servir de ejemplo.
25.- Un dominicano lleno
de dignidad, nobleza y probidad, así fue Diómedes Mercedes. Probó ser una
persona de bien, con mucha vergüenza, vivió en forma sencilla, sin
pasarle recibo a su pueblo por los aportes que hizo accionando en diferentes
escenarios. Las cualidades de Diómedes, como luchador social procede sean
conocidas para que la presente y futuras generaciones
sepan que este país ha tenido hijos que pueden ser valorados en cualquier época
y sus hechos arrojan luz, ponen claro lo que fue su paso por este
mundo terrenal.
26.- En un periodo de la
historia política dominicana como la actual, dominado por el individualismo, el
egoísmo, el interés particular y lo insolidario, enaltecer,
encomiar la persona de Diómedes Mercedes contribuye a llevar a la conciencia de
la juventud del país la idea de que esta tierra ha parido hombres
que se han encumbrado por su ejemplo de vida, y que por sus actos,
al morir, han logrado engrandecerse, erguirse sin proponérselo.
27.- Los méritos de Diómedes
Mercedes, están ahí, como testigos de piedra, diciéndoles al país y al mundo que fue un dominicano de arma tomar, templado
en el combate, corajudo, estoico, animoso, ardido, de rompe y rasga. Fue un
combatiente de amplios quilates.
28.- Los dominicanos y dominicanas que
tuvimos la dicha de compartir con Diómedes Mercedes; apreciamos su
persona, estimamos sus esfuerzos y bien consideramos su actividad
política y social; y tomamos en cuenta lo que fue su historial de
militante revolucionario. Los antecedentes suyos en los movimientos estudiantiles,
sus referencias destacadas como político y aguerrido en el arte
militar, nos dicen que dejo una vida llena de coherencia,
heroicidad, bravura e intrepidez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTAS Y COMPARTE AQUÍ