Trump, junto a las participantes de 'Miss Universo' en su hotel en Florida.
Si por casualidad en algún recóndito lugar del planeta hubiera alguien que no tuviera la más mínima idea de quién es Donald Trump, que jamás en su vida hubiera escuchado pronunciar el nombre del millonario que dentro de tres días exactos aspira a convertirse en presidente de los Estados Unidos, bastaría con que pasara unas cuantas horas en el Trump National Doral de Miami para que las cinco letras de ese apellido se le marcaran a fuego en lo más hondo de su corteza cerebral.
"Trump", leerían sus ojos a todas horas, en todos los lugares, en todos los tamaños, en todas las tipografías. "Trump" por allí. "Trump" por allá. "Trump", siempre "Trump". Escrito en gigantescos caracteres de color oro en las fachadas, reproducido en carteles por doquier, impreso en las etiquetas de las botellas de vino, en los frascos de champú, en los albornoces, en el agua de colonia, en los sets de manicura, en llaveros, en bicicletas, en los dispensadores de agua... Hasta en las cápsulas de Nespresso está grabado el escudo Trump.
Porque el Trump National Doral, la joya de la corona de la aproximadamente una docena de hoteles de lujo que nuestro hombre tiene por el mundo, no sólo es un gigantesco y lujosísimo resort en Miami que se extiende a lo largo y ancho de unas 325 hectáreas, que cuenta con cerca de 700 habitaciones distribuidas en varias recoletas villas, cuatro circuitos de golf, piscinas varias, un fastuoso spa de casi 5.000 metros cuadrados, jardines de ensueño, seis restaurantes, cuatro boutiques... También es un monumental templo consagrado al culto a la personalidad de su dueño y señor: míster Donald Trump.
No sólo su nombre es omnipresente. También su imagen está por todos lados. En la recepción del Trump National Doral contamos hasta 21 fotografías del susodicho. Trump simulando una pistola con los dedos y haciendo que dispara. Trump con Nelson Mandela. Trump junto a Robert de Niro. Trump en la portada de la revista 'Time'. Trump en la portada de la revista 'Newsweek'. Trump en primera página de 'Playboy' con la conejita de turno. Bienvenidos a 'Trumplandia'.
El dorado, el color preferido de Trump, lo cubre todo, en una especie de delirio de opulencia de oro y purpurina.En las habitaciones de 225 dólares (200 euros) la noche (las más baratas) todo es dorado. La grifería es dorada, los tiradores de puertas y armarios son dorados, las lámparas son doradas, el cabecero de la cama es dorado, el espejo con forma de sol es dorado, las bisagras de las puertas son doradas. Hasta la palanquita para accionar la cadena del WC es dorada. El resort dispone de una suite presidencial, que sale por 7.225 dólares (6.500 euros) la noche.
En 'Trumplandia' todo es perfecto. Aunque es otoño, no hay ni una sola hoja sobre el suelo en los jardines. Los parterres de flores son absolutamente simétricos. El césped está impecablemente cortado, no hay una sola brizna de hierba que sobresalga sobre las demás. Se escucha el rumor del agua brotar de las fuentes de piedra coronadas con estatuas de dioses romanos o graciosas pastorcillas. En el lobby dominan las grandes columnas (de piedra falsa) con capiteles dóricos, las arañas de cristal y los mármoles.
"Yo no le pienso votar, ni que estuviera loca", nos dice la dependienta de una de las cuatro boutiques del complejo, procedente de un país centroamericano. "Pero gane o pierda las elecciones, Donald Trump ya ha ganado. Aunque no llegara a la Casa Blanca ha conseguido una publicidad enorme para su marca, y su marca es él mismo, es Trump. Desde que decidiera entrar en política se ha hecho famoso en todo el mundo, y su marca también. No se puede imaginar la cantidad de clientes de todos los países del mundo, España incluida, que vienen hasta aquí por la curiosidad que les despierta el personaje de Donald Trump. Y él, mientras tanto, hace caja".
Con el candidato republicano nunca está claro dónde empieza la política y dónde los negocios, ambas facetas se solapan constantemente. En el Trump National Doral ha celebrado por ejemplo algunos de los actos de su campaña electoral, aprovechando de paso para dar publicidad al resort. Y en las boutiques del complejo, junto a camisetas Trump, libros de Trump sobre cómo hacerse millonario, chocolatinas con forma de lingote de oro Trump y demás souvenirs marca Trump, hay gorras con el lema de su campaña electoral: "Hagamos de nuevo a América grande ".
El Trump National Doral de Miami es un resort con mucha solera. De hecho, la familia Trump ya veraneaba aquí con frecuencia antes de comprarlo. El millonario se lo adjudicó en 2012. El complejo estaba en bancarrota y se lo quedó por 150 millones de dólares (casi 135 millones de euros). Lo renovó por completó bajo las directrices decorativas de su hija Ivanka, vicepresidenta de la Trump Organization, gastando 250 millones de dólares (algo más de 224 millones de euros) en darle un buen lavado de cara y convertirlo en el lujazo que es ahora.
Y, también como es habitual en Trump, existen sospechas de que podría haber chanchulleado con el National Doral para pagar menos impuestos. El caso es que cuando el millonario compró el resort hace ahora cuatro años la propiedad estaba tasada en el catastro oficial del condado de Miami en 106,8 millones de dólares (casi 96 millones de euros). Y ahora mismo, después del enorme proyecto de renovación al que fue sometido y que sin duda ha incrementado su valor, el resort está tasado en 98,3 millones de dólares (88 millones de euros), por debajo del precio que Trump pagó por él.
"Mire, todos se meten con Trump. Pero al menos habla claro y no tiene miedo a decir lo que piensa. Muchísimos estadounidenses piensan exactamente como él pero se lo callan. Trump al menos va de frente", le defiende una salvadoreña que trabaja en el servicio de habitaciones del resort. "Yo ya he votado, en el estado de Florida se puede votar desde el 24 de octubre. Y he votado por él, no me da vergüenza reconocerlo. Estoy sola en este país con una hija a mi cargo. Si no se van los millones de inmigrantes que hay aquí ilegales es muy posible que con el tiempo alguno de ellos se quede con mi trabajo. Y no lo puedo consentir".
"Trump", leerían sus ojos a todas horas, en todos los lugares, en todos los tamaños, en todas las tipografías. "Trump" por allí. "Trump" por allá. "Trump", siempre "Trump". Escrito en gigantescos caracteres de color oro en las fachadas, reproducido en carteles por doquier, impreso en las etiquetas de las botellas de vino, en los frascos de champú, en los albornoces, en el agua de colonia, en los sets de manicura, en llaveros, en bicicletas, en los dispensadores de agua... Hasta en las cápsulas de Nespresso está grabado el escudo Trump.
Porque el Trump National Doral, la joya de la corona de la aproximadamente una docena de hoteles de lujo que nuestro hombre tiene por el mundo, no sólo es un gigantesco y lujosísimo resort en Miami que se extiende a lo largo y ancho de unas 325 hectáreas, que cuenta con cerca de 700 habitaciones distribuidas en varias recoletas villas, cuatro circuitos de golf, piscinas varias, un fastuoso spa de casi 5.000 metros cuadrados, jardines de ensueño, seis restaurantes, cuatro boutiques... También es un monumental templo consagrado al culto a la personalidad de su dueño y señor: míster Donald Trump.
No sólo su nombre es omnipresente. También su imagen está por todos lados. En la recepción del Trump National Doral contamos hasta 21 fotografías del susodicho. Trump simulando una pistola con los dedos y haciendo que dispara. Trump con Nelson Mandela. Trump junto a Robert de Niro. Trump en la portada de la revista 'Time'. Trump en la portada de la revista 'Newsweek'. Trump en primera página de 'Playboy' con la conejita de turno. Bienvenidos a 'Trumplandia'.
El dorado, el color preferido de Trump, lo cubre todo, en una especie de delirio de opulencia de oro y purpurina.En las habitaciones de 225 dólares (200 euros) la noche (las más baratas) todo es dorado. La grifería es dorada, los tiradores de puertas y armarios son dorados, las lámparas son doradas, el cabecero de la cama es dorado, el espejo con forma de sol es dorado, las bisagras de las puertas son doradas. Hasta la palanquita para accionar la cadena del WC es dorada. El resort dispone de una suite presidencial, que sale por 7.225 dólares (6.500 euros) la noche.
En 'Trumplandia' todo es perfecto. Aunque es otoño, no hay ni una sola hoja sobre el suelo en los jardines. Los parterres de flores son absolutamente simétricos. El césped está impecablemente cortado, no hay una sola brizna de hierba que sobresalga sobre las demás. Se escucha el rumor del agua brotar de las fuentes de piedra coronadas con estatuas de dioses romanos o graciosas pastorcillas. En el lobby dominan las grandes columnas (de piedra falsa) con capiteles dóricos, las arañas de cristal y los mármoles.
Una mayoría de empleados latinos
Los empleados son numerosísimos, sonríen siempre, son extremadamente solícitos y, ¡sorpresa!, la inmensa mayoría son inmigrantes latinos. Lo proclaman las chapas que llevan sobre la pechera y en las que se indica su nombre y nacionalidad. Resulta que el hombre famoso por sus exabruptos contra los inmigrantes en general y contra los mexicanos en particulartiene una plantilla repleta de hispanos. Incluso hay mexicanos entre sus empleados."Yo no le pienso votar, ni que estuviera loca", nos dice la dependienta de una de las cuatro boutiques del complejo, procedente de un país centroamericano. "Pero gane o pierda las elecciones, Donald Trump ya ha ganado. Aunque no llegara a la Casa Blanca ha conseguido una publicidad enorme para su marca, y su marca es él mismo, es Trump. Desde que decidiera entrar en política se ha hecho famoso en todo el mundo, y su marca también. No se puede imaginar la cantidad de clientes de todos los países del mundo, España incluida, que vienen hasta aquí por la curiosidad que les despierta el personaje de Donald Trump. Y él, mientras tanto, hace caja".
Con el candidato republicano nunca está claro dónde empieza la política y dónde los negocios, ambas facetas se solapan constantemente. En el Trump National Doral ha celebrado por ejemplo algunos de los actos de su campaña electoral, aprovechando de paso para dar publicidad al resort. Y en las boutiques del complejo, junto a camisetas Trump, libros de Trump sobre cómo hacerse millonario, chocolatinas con forma de lingote de oro Trump y demás souvenirs marca Trump, hay gorras con el lema de su campaña electoral: "Hagamos de nuevo a América grande ".
El Trump National Doral de Miami es un resort con mucha solera. De hecho, la familia Trump ya veraneaba aquí con frecuencia antes de comprarlo. El millonario se lo adjudicó en 2012. El complejo estaba en bancarrota y se lo quedó por 150 millones de dólares (casi 135 millones de euros). Lo renovó por completó bajo las directrices decorativas de su hija Ivanka, vicepresidenta de la Trump Organization, gastando 250 millones de dólares (algo más de 224 millones de euros) en darle un buen lavado de cara y convertirlo en el lujazo que es ahora.
Y, también como es habitual en Trump, existen sospechas de que podría haber chanchulleado con el National Doral para pagar menos impuestos. El caso es que cuando el millonario compró el resort hace ahora cuatro años la propiedad estaba tasada en el catastro oficial del condado de Miami en 106,8 millones de dólares (casi 96 millones de euros). Y ahora mismo, después del enorme proyecto de renovación al que fue sometido y que sin duda ha incrementado su valor, el resort está tasado en 98,3 millones de dólares (88 millones de euros), por debajo del precio que Trump pagó por él.
"Mire, todos se meten con Trump. Pero al menos habla claro y no tiene miedo a decir lo que piensa. Muchísimos estadounidenses piensan exactamente como él pero se lo callan. Trump al menos va de frente", le defiende una salvadoreña que trabaja en el servicio de habitaciones del resort. "Yo ya he votado, en el estado de Florida se puede votar desde el 24 de octubre. Y he votado por él, no me da vergüenza reconocerlo. Estoy sola en este país con una hija a mi cargo. Si no se van los millones de inmigrantes que hay aquí ilegales es muy posible que con el tiempo alguno de ellos se quede con mi trabajo. Y no lo puedo consentir".
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