Cuatro meses con la Mosca del Mediterráneo/REPORTAJE ESPECIAL
La prohibición sanitaria de Estados Unidos, adoptada a raíz de la detección de la plaga Mosca del Mediterráneo -en Punta Cana- ha ocasionado pérdidas multimillonarias, desempleo en el campo y empieza a desplazar a productores dominicanos de aguacates, ajíes y lechosa de su más rentable y tradicional mercado
Por: Alexander Peña/Acento.com.do
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Cuatro meses y nueve días han transcurrido desde aquel miércoles 18 de marzo, fecha en que el sector agrícola dominicano se enteró a través de la prensa de la peor noticia posible: la prohibición de ingreso de 18 productos del campo a su más habitual, rentable e importante destino externo.
Desde entonces, la medida del Servicio de Inspección de Sanidad Animal y Vegetal estadounidense (APHIS, siglas en inglés) mantiene fuera de escena en ese vasto mercado a la oferta local de aguacates, ajíes y lechosas, sin duda los tres renglones productivos más golpeados por el súbito aterrizaje de la Mosca del Mediterráneo en Punta Cana, provincia La Altagracia.
Tanto representantes de estos sectores como productores comparten la percepción de que el impasse les deja sin su único mercado efectivamente rentable, de grandes volúmenes, y podría significar su eventual desplazamiento en Estados Unidos, Puerto Rico e incluso Canadá, a manos de otros suplidores regionales.
Dadas su drasticidad y la época del año en que entró en vigor, la veda sanitaria ha sido particularmente nociva e inoportuna en el caso del aguacate, hasta el 2014 uno de los sesenta productos criollos más exportados, que venía facturando cerca de US$30 millones anuales.
José Rosa, presidente del Clúster del Aguacate Dominicano en Cambita (San Cristóbal), señala que la disposición sorprendió al sector en un momento clave de la cosecha, parando en seco la cuota de exportación más gananciosa y con mayor impacto económico en República Dominicana, el tercer país productor y décimo exportador mundial del fruto.
“Al momento de la veda estábamos saliendo del 90% de las variedades de invierno. Estamos hablando de que estaba quedando alrededor de un 10% de la producción, pero con un elemento en contra del productor: ese 10% que faltaba por mercadear es precisamente el que se vende a mejor precio, es decir que equivale al 50% de la producción”, en términos de ingresos.
Rosa alude a los aguacates Carla y Semil 34, que entre los meses de diciembre y abril se comercializan a un precio hasta cinco veces más alto que las demás variedades. Además, el Carla supone el 40% de la cosecha en algunas zonas productivas del país y prácticamente no había empezado a venderse en marzo.
“Eso significa que los productores tuvieron que vender en el mercado local -a precios deprimidos- o en pequeños mercados internacionales un volumen de aguacates que el mercado no estaba ni está preparado para asimilar”, afirma el directivo del Clúster, un organismo adscrito a la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD).
Explica que el levantamiento parcial de la veda, que en abril pasado reabrió el mercado de Estados Unidos al tomate -un producto esencialmente orientado al consumo interno- y al aguacate “Hass”, favorece solo al 25% de la producción exportable del fruto, que controlan grandes empresas.
Un escenario muy distinto tiene por delante el Semil 34, llamado “Cáscara verde”, cuyo cultivo está en manos de pequeños agricultores. “Estamos hablando -dice Rosa- de unos 15 mil productores, que en su mayoría tienen préstamos con la banca oficial, con el Banco Agrícola, el Banreservas, y no van a tener capacidad de pagar, además del efecto multiplicador de eso en términos familiares y de empleos directos e indirectos”.
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