Sintiendo en mi piel la fresca briza caribeña de diciembre pienso en la situación de la sociedad dominicana, las aspiraciones de mi gente, el presente de los jóvenes y en el futuro de las próximas generaciones.
Entre los mayores desafío que puedo ver en el horizonte está en derribar los muros que nos dividen como sociedad. La necesidad de poner de lados nuestras diferencias y avanzar juntos para hacer realidad las aspiraciones e ilusiones que aspiramos a hacer realidad.
Entender íntimamente que no es sabio, ni prudente, ni conveniente siquiera pensar que se puede crecer a expensa de los otros, sino en cooperación en asociación estratégica. Solo así podremos convertirnos en una sociedad prospera y desarrollada.
Jamás pueden pensar los obreros y trabajadores –por ejemplo- que los patronos o empresarios son sus enemigos, cuando uno sin el otro no podría existir. Que debemos aprender a ver cada punto, según nuestro punto de vista, pero también hacer el sagrado esfuerzo de entender las razones de la otra parte.
Que tenemos que enfocarnos en crear soluciones.
Creo pasamos demasiado tiempo abundando sobre los problemas. Quizás es prudente recordar aquella frase, de que: “Cuando no somos parte de la solución, somos parte del problema”.
Creo pasamos demasiado tiempo abundando sobre los problemas. Quizás es prudente recordar aquella frase, de que: “Cuando no somos parte de la solución, somos parte del problema”.
Nuestro Poder Legislativo, por ejemplo, no puede ni debe ser narigoneado por ningún organismo partidario, porque estos representan los ciudadanos de sus comunidades que le han elegidos.
Hay que pensar crear una Ley que penalice a cualquier individuo o institución que intente manipular de alguna manera el libre albedrio de nuestros legisladores.
Hay que legislar, para que se castigue a los jueces, cuando posteriormente se demuestre que con las evidencias que se le presentaron era obvio que el fallo debió ser contrario al sentenciado por este. Y así sucesivamente.
Estamos llamados a ser un gran país. Tenemos los recursos naturales y humanos necesarios. Tenemos un entorno geográfico y político que nos favorece, pues nadie está en capacidad de suplir toda la región a mejor precio que nosotros.
Es hora de ver el país no como un barco a desmantelar, sino como la herramienta básica para construir una flota. Démosle sentido a nuestra existencia convirtiéndonos en soldados comprometidos con hacer realidad una Quisqueya Potencia.
Y por sobre todo, cultivemos la alegría, la fraternidad con nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestras familias y hasta con los desconocidos. Consciente que estamos de paso, y nuestro legado, será la razón que justificara el haber existido.
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