La tierra se “traga” a
prófugos haitianos
HAITÍ SE BENEFICIA PORQUE MIENTRAS VACÍA SUS
PRISIONES RD CARGA CON EL PROBLEMA.
En su apuro por hallar una brecha para entrar al país,
algunos profugos se escurrieron entre cientos de haitianos que habitualmente se
mueven a través del cruce fronterizo, pero en ese intento varios cayeron en
manos de las fuerzas de vigilancia. Muchos otros alcanzaron el lado dominicano a
través de los puntos más vulnerables del límite territorial.
Guillermo Pérez guillermo.perez@listindiario.com
Santo Domingo
No se conoce la cifra exacta, pero se afirma que pasan lejos de mil. Sus
prontuarios delictuosos son abundantes y las infracciones en los registros de
archivo lo revelan todo: sicarios, criminales, secuestradores, narcotraficantes,
asaltantes, violadores.
Y están aquí, cobijados bajo algún techo. Nadie sabe dónde, aunque de ellos se ha advertido que constituyen un peligro público.
A casi cinco años de haber cruzado la frontera, tras escapar de varias prisiones haitianas en medio del devastador sismo de 2010, y a cuatro días para dos meses de la entrada de otro grupo que se fugó del penal de Croix- des- Bouquets, en el borde norte de Puerto Príncipe, los equipos responsables de su búsqueda en el país aún ignoran cuántos son, dónde están o quienes estarían dándoles refugio y sustento aquí.
Incluso, todavía se desconoce cuántos habrían entrado o estarían aquí de los más de 700 que se fugaron de la penitenciaría nacional haitiana en febrero de 2005, incluido el exprimer ministro Ivon Neptune, cuando un comando armado irrumpió en esa prisión para liberar a narcotraficantes y secuestradores.
La situación es muy complicada para estos organismos, porque de estos reclusos que huyeron en 2010 y los del 10 de agosto de este año solo se dispone de fotos, poco historial individual en archivo y una mínima colaboración de Haití.
Otra traba que estaría dificultando la misión de captura es la afinidad de sus rasgos físicos. “Todos los haitianos se parecen”, dijo un oficial de Policía al tanto de la misión de rastreo.
Tampoco se tiene certeza de cuántos podrían haber huido a otros destinos usando al país como trampolín, valiéndose de confabulaciones.
A pesar del intenso despliegue de fuerzas puesto en marcha para atraparlos, no hay evidencia oficial que revele algún progreso de valor en la operación, según informes. “Ya no se habla de eso porque no hay avances. Así de simple. Los medios también se olvidaron del caso”, comentó otra parte cercana a las pesquisas. Desde que ocurrió el hecho, casi cien de los convictos han sido reapresados y puestos de nuevo en prisión, incluyendo haitianos, colombianos, iraníes, hindúes y cubanos atrapados en puestos de chequeos en la frontera.
Un “vacío” en archivos
Según una fuente ligada a la investigación, aun cuando hay más de 30 oficiales de Policía Nacional asignados a la búsqueda, estos no han podido avanzar porque hay “un vacío” de datos de archivos de los fugitivos que hábilmente burlaron la presencia militar y unos 150 dispositivos de vigilancia montados a lo largo del límite fronterizo.
En esta misión colaboran entes de inteligencia como el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI), el organismo que recolecta, procesa y reparte información que luego es usada por los altos niveles de mando como base para futuras decisiones.
Específicamente, los investigadores locales no poseen recursos básicos, como una consistente base de datos privada y pública, domicilios de familias o amigos de los prófugos, tarjetas de crédito y débitos o facturación de teléfonos celulares.
“Los dispositivos de comunicación telefónica de los prófugos y personas con las que podrían haber tenido comunicación, antes de la búsqueda, son importantes para el caso porque facilitaría la intervención legal de estos y conduciría a un arresto más fácil”, declaró un oficial de Policía con vasta experiencia en investigación criminal que pidió el anonimato.
“Si usted se escapa de una cárcel y anda escondiéndose, usted va a necesitar de alguna manera ayuda económica para comer y para moverse; seguro que usted no se la va a solicitar a cualquiera”, explica. “Por eso”, agregó, “los investigadores deben estar siempre atentos a los movimientos de dinero de las personas más cercanas al prófugo, si es que las tienen”.
A falta de avances en la pesquisa, que en principio generó inquietud en sectores del país tras revelarse la historia criminal de los prófugos, la Policía Nacional ha quedado atada a una sola respuesta: “Se sigue investigando”.
Una fuente de inteligencia que aporta información a la Policía para este caso cree que falta más esfuerzo y apoyo para que la pesquisa prospere y alcance sus propósitos.
“La gente que entró aquí es muy peligrosa y, como no se tiene idea de dónde podría estar esta gente ahora ni qué hacen o con quienes estarían vinculados, la situación se torna más complicada, muy complicada, para todos”, advierte.
“Esos individuos entraron al país y andan sueltos”, anotó. Entre estos, recordó, “hay gente vinculada a secuestros, violadores, ladrones de toda calaña, delincuentes y criminales de mucho peligro”.
También se comentó que a Haití no le preocupará el caso mientras los prófugos estén en República Dominicana. Incluso, dicen, le beneficia, “porque eso desinfla sus prisiones y baja sus gastos de mantenimiento”.
La advertencia sobre el peligro de estos reclusos cobra fuerza si se recuerda que el expresidente de la Cámara de Diputados de Haití, Jean Tholbert Alexis, denunció que estos huyeron con varias armas tras atacar un depósito de la prisión.
Ante el evidente atasco de este caso, temprano de la semana pasada LISTIN DIARIO preguntó a la jefatura de la Policía a través de su portavoz, el coronel Jacobo Mateo Moquete, si tenía alguna pista de los prófugos. La respuesta fue afín a la de agosto pasado: “No hay nada nuevo; se sigue investigando”.
Sin avances
Hasta ahora, el cuerpo policial solo ha hecho conjeturas y repetido información inicial. “Hay comunicación y cruce de informes de inteligencia con la parte haitiana”, dijo su portavoz.
Sin embargo, otros informes indican que el flujo de información y contactos con Haití no ha sido tan efectivo y que solo hubo evidente interés durante los primeros días de la fuga, específicamente con el director general de la Policía Nacional de Haití (PHN), Godson Orelus.
En principio, Haití facilitó nombres, fotos y huellas dactilares de centenares de haitianos y de otras nacionalidades. En intentos por cruzar la frontera fueron atrapados colombianos, iraníes, hindúes, cubanos y haitianos. El Departamento de Búsqueda y Captura de Prófugos del cuerpo de orden público, una dependencia de la Dirección Central de Investigaciones Criminales que el 17 del mes pasado cumplió 14 años de su creación, tiene a cargo ubicar y apresar a los fugitivos.
El coronel José Antonio Ceballos, director de Inteligencia Policial, y el general de brigada César Sena Rojas, director de Investigación Criminal, dirigen el equipo de búsqueda. “Están participando (oficiales) en esta búsqueda, desde el primer día, desde raso hasta coronel y otros rangos, capacitados internacionalmente, compartiendo información de inteligencia con las fuerzas armadas”, dice una declaración policial.
Mantiene contactos con departamentos y agencias de investigación como Migración, DNI, inteligencia militar y la Interpol, para lograr la interacción y flujo de información que lleve a la localización y arresto de los prófugos.
Antecedentes
El 12 de enero de 2010, al menos 3,500 reos escaparon de varias prisiones tras el devastador sismo que asoló a ese país, dejando una cifra de muertos calculada en más de 316,000, según un informe de enero de 2011 dado a conocer por el primer ministro, Jean-Max Bellerive, en el primer aniversario del desastre.
Fue en esa fecha cuando autoridades dominicanas informaron haber detectado la presencia de cientos de los fugados. Se dijo que eran más de mil. A día de hoy, los responsables de su rastreo y captura no tienen pistas de su paradero.
Cuatro años después, el 10 de agosto de este año, 329 presos de más de 900 encerrados en la prisión de Croix-des- Bouquets, en el borde norte Puerto Príncipe, escaparon tras el asalto de ese recinto por un comando armado.
Entre estos figuraba Clifford Brandt, miembro de una conocida familia de Haití acusado de secuestro, apresado al entrar a suelo dominicano junto a tres de sus cómplices, todos armados. Brandt, según se supo, solo estaría de paso aquí, donde le esperaba su esposa, aún no identificada, quien viajó desde Puerto Rico con fines de enviarlo en una lancha a esa isla.
El país recibió nombres, fotografías y huellas dactilares de los presos más peligrosos. Casi cien han sido recapturados desde entonces. La Dirección de Inteligencia Delictiva de la Policía informó que habían entrado más de 1,000 convictos, la mayoría condenados por asesinatos, asaltos y secuestros a empresarios haitianos, dignatarios extranjeros y voluntarios, cuyos gobiernos pagaron cuantiosos rescates para liberarlos.
Muchos estaban condenados a penas de entre 20 a 30 años por crímenes, asesinatos, violaciones, secuestros y asaltos.
El sábado 20 de septiembre pasado, cinco reos escaparon de una cárcel de Cabo Haitiano, la segunda fuga de una prisión de ese país en menos de dos meses.
Dos de ellos fueron recapturados, pero de los otros tres, uno que está sentenciado a cadena perpetua por homicidio y otro con igual sentencia por secuestro, se desconoce su destino.
Y están aquí, cobijados bajo algún techo. Nadie sabe dónde, aunque de ellos se ha advertido que constituyen un peligro público.
A casi cinco años de haber cruzado la frontera, tras escapar de varias prisiones haitianas en medio del devastador sismo de 2010, y a cuatro días para dos meses de la entrada de otro grupo que se fugó del penal de Croix- des- Bouquets, en el borde norte de Puerto Príncipe, los equipos responsables de su búsqueda en el país aún ignoran cuántos son, dónde están o quienes estarían dándoles refugio y sustento aquí.
Incluso, todavía se desconoce cuántos habrían entrado o estarían aquí de los más de 700 que se fugaron de la penitenciaría nacional haitiana en febrero de 2005, incluido el exprimer ministro Ivon Neptune, cuando un comando armado irrumpió en esa prisión para liberar a narcotraficantes y secuestradores.
La situación es muy complicada para estos organismos, porque de estos reclusos que huyeron en 2010 y los del 10 de agosto de este año solo se dispone de fotos, poco historial individual en archivo y una mínima colaboración de Haití.
Otra traba que estaría dificultando la misión de captura es la afinidad de sus rasgos físicos. “Todos los haitianos se parecen”, dijo un oficial de Policía al tanto de la misión de rastreo.
Tampoco se tiene certeza de cuántos podrían haber huido a otros destinos usando al país como trampolín, valiéndose de confabulaciones.
A pesar del intenso despliegue de fuerzas puesto en marcha para atraparlos, no hay evidencia oficial que revele algún progreso de valor en la operación, según informes. “Ya no se habla de eso porque no hay avances. Así de simple. Los medios también se olvidaron del caso”, comentó otra parte cercana a las pesquisas. Desde que ocurrió el hecho, casi cien de los convictos han sido reapresados y puestos de nuevo en prisión, incluyendo haitianos, colombianos, iraníes, hindúes y cubanos atrapados en puestos de chequeos en la frontera.
Un “vacío” en archivos
Según una fuente ligada a la investigación, aun cuando hay más de 30 oficiales de Policía Nacional asignados a la búsqueda, estos no han podido avanzar porque hay “un vacío” de datos de archivos de los fugitivos que hábilmente burlaron la presencia militar y unos 150 dispositivos de vigilancia montados a lo largo del límite fronterizo.
En esta misión colaboran entes de inteligencia como el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI), el organismo que recolecta, procesa y reparte información que luego es usada por los altos niveles de mando como base para futuras decisiones.
Específicamente, los investigadores locales no poseen recursos básicos, como una consistente base de datos privada y pública, domicilios de familias o amigos de los prófugos, tarjetas de crédito y débitos o facturación de teléfonos celulares.
“Los dispositivos de comunicación telefónica de los prófugos y personas con las que podrían haber tenido comunicación, antes de la búsqueda, son importantes para el caso porque facilitaría la intervención legal de estos y conduciría a un arresto más fácil”, declaró un oficial de Policía con vasta experiencia en investigación criminal que pidió el anonimato.
“Si usted se escapa de una cárcel y anda escondiéndose, usted va a necesitar de alguna manera ayuda económica para comer y para moverse; seguro que usted no se la va a solicitar a cualquiera”, explica. “Por eso”, agregó, “los investigadores deben estar siempre atentos a los movimientos de dinero de las personas más cercanas al prófugo, si es que las tienen”.
A falta de avances en la pesquisa, que en principio generó inquietud en sectores del país tras revelarse la historia criminal de los prófugos, la Policía Nacional ha quedado atada a una sola respuesta: “Se sigue investigando”.
Una fuente de inteligencia que aporta información a la Policía para este caso cree que falta más esfuerzo y apoyo para que la pesquisa prospere y alcance sus propósitos.
“La gente que entró aquí es muy peligrosa y, como no se tiene idea de dónde podría estar esta gente ahora ni qué hacen o con quienes estarían vinculados, la situación se torna más complicada, muy complicada, para todos”, advierte.
“Esos individuos entraron al país y andan sueltos”, anotó. Entre estos, recordó, “hay gente vinculada a secuestros, violadores, ladrones de toda calaña, delincuentes y criminales de mucho peligro”.
También se comentó que a Haití no le preocupará el caso mientras los prófugos estén en República Dominicana. Incluso, dicen, le beneficia, “porque eso desinfla sus prisiones y baja sus gastos de mantenimiento”.
La advertencia sobre el peligro de estos reclusos cobra fuerza si se recuerda que el expresidente de la Cámara de Diputados de Haití, Jean Tholbert Alexis, denunció que estos huyeron con varias armas tras atacar un depósito de la prisión.
Ante el evidente atasco de este caso, temprano de la semana pasada LISTIN DIARIO preguntó a la jefatura de la Policía a través de su portavoz, el coronel Jacobo Mateo Moquete, si tenía alguna pista de los prófugos. La respuesta fue afín a la de agosto pasado: “No hay nada nuevo; se sigue investigando”.
Sin avances
Hasta ahora, el cuerpo policial solo ha hecho conjeturas y repetido información inicial. “Hay comunicación y cruce de informes de inteligencia con la parte haitiana”, dijo su portavoz.
Sin embargo, otros informes indican que el flujo de información y contactos con Haití no ha sido tan efectivo y que solo hubo evidente interés durante los primeros días de la fuga, específicamente con el director general de la Policía Nacional de Haití (PHN), Godson Orelus.
En principio, Haití facilitó nombres, fotos y huellas dactilares de centenares de haitianos y de otras nacionalidades. En intentos por cruzar la frontera fueron atrapados colombianos, iraníes, hindúes, cubanos y haitianos. El Departamento de Búsqueda y Captura de Prófugos del cuerpo de orden público, una dependencia de la Dirección Central de Investigaciones Criminales que el 17 del mes pasado cumplió 14 años de su creación, tiene a cargo ubicar y apresar a los fugitivos.
El coronel José Antonio Ceballos, director de Inteligencia Policial, y el general de brigada César Sena Rojas, director de Investigación Criminal, dirigen el equipo de búsqueda. “Están participando (oficiales) en esta búsqueda, desde el primer día, desde raso hasta coronel y otros rangos, capacitados internacionalmente, compartiendo información de inteligencia con las fuerzas armadas”, dice una declaración policial.
Mantiene contactos con departamentos y agencias de investigación como Migración, DNI, inteligencia militar y la Interpol, para lograr la interacción y flujo de información que lleve a la localización y arresto de los prófugos.
Antecedentes
El 12 de enero de 2010, al menos 3,500 reos escaparon de varias prisiones tras el devastador sismo que asoló a ese país, dejando una cifra de muertos calculada en más de 316,000, según un informe de enero de 2011 dado a conocer por el primer ministro, Jean-Max Bellerive, en el primer aniversario del desastre.
Fue en esa fecha cuando autoridades dominicanas informaron haber detectado la presencia de cientos de los fugados. Se dijo que eran más de mil. A día de hoy, los responsables de su rastreo y captura no tienen pistas de su paradero.
Cuatro años después, el 10 de agosto de este año, 329 presos de más de 900 encerrados en la prisión de Croix-des- Bouquets, en el borde norte Puerto Príncipe, escaparon tras el asalto de ese recinto por un comando armado.
Entre estos figuraba Clifford Brandt, miembro de una conocida familia de Haití acusado de secuestro, apresado al entrar a suelo dominicano junto a tres de sus cómplices, todos armados. Brandt, según se supo, solo estaría de paso aquí, donde le esperaba su esposa, aún no identificada, quien viajó desde Puerto Rico con fines de enviarlo en una lancha a esa isla.
El país recibió nombres, fotografías y huellas dactilares de los presos más peligrosos. Casi cien han sido recapturados desde entonces. La Dirección de Inteligencia Delictiva de la Policía informó que habían entrado más de 1,000 convictos, la mayoría condenados por asesinatos, asaltos y secuestros a empresarios haitianos, dignatarios extranjeros y voluntarios, cuyos gobiernos pagaron cuantiosos rescates para liberarlos.
Muchos estaban condenados a penas de entre 20 a 30 años por crímenes, asesinatos, violaciones, secuestros y asaltos.
El sábado 20 de septiembre pasado, cinco reos escaparon de una cárcel de Cabo Haitiano, la segunda fuga de una prisión de ese país en menos de dos meses.
Dos de ellos fueron recapturados, pero de los otros tres, uno que está sentenciado a cadena perpetua por homicidio y otro con igual sentencia por secuestro, se desconoce su destino.
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